NO HAY CAMINO A LA LIBERTAD ;LA LIBERTAD ES EL CAMINO

23 jun 2010

Voces Que resuenan de la Marcha de los Pueblos Originarios



Otro de los mitos con los cuales se trata de minimizar o degradar esta problemática, de los derechos de los pueblos Originarios es que se oponen a las explotaciones mineras o agrícolas en gran escala. En realidad, se oponen a la descarnada contaminación del medio ambiente producida por tales emprendimientos, sin ningún tipo de freno ni control estatal; se oponen a la tala de selvas y bosques o a la expulsión compulsiva de pueblos y aldeas que ocupaban espacios rurales (más que centenarios), en territorios aptos para soja u otros productos de superlativa rentabilidad agropecuaria.

Tampoco abominan de la tecnología, usan de ella sin problema, pero advirtiendo algunas de sus consecuencias negativas que, llevadas al extremo, atentan contra la misma supervivencia de la especie. Como ejemplo de tales desastres pensemos en la catástrofe petrolera en el golfo de México donde una lábil tecnología extractiva va de la mano con una brutal contaminación, nada menos que en el territorio de la primera potencia económica y tecnológica del mundo. “Responsabilidad del capitalismo” diría Evo Morales con absoluta razón. Aquí esta en juego el fundamento de la espiritualidad de tales comunidades que consideran al cosmos –el sol, la luna y las estrellas-y por cierto al planeta y sus elementos (agua, aire, tierra y fuego) un ser vivo, una madre-diosa o nodriza, según el caso, digna del más profundo respeto y cuidado, que reclama reconocimiento. La vivencia de lo “sagrado”, entonces, es un dato de la realidad de los pueblos originarios que no podemos obviar y se encuentra estrechamente unido a estas consideraciones.

Es interesante referirse también a la pretendida dialéctica negativa -azuzada por algunos-, entre el “gringo” o inmigrante europeo y los aborigenes. Paradójicamente, ese problema proviene del sometimiento colonial a “los naturales”; del esquema dominante hacia ellos por parte de la burguesía criolla en la guerra de la independencia y, finalmente, del pensamiento liberal eurocéntrico que planteó la dicotomía “civilización o barbarie”. Los pueblos originarios no están en contra de los inmigrantes. De hecho, conviven con los europeos desde 1500 y una gran mayoría de éstos últimos se han convertido en mestizos.

Hablemos ahora de la necesidad de la Reparación Histórica exigida por las comunidades. No vamos a puntualizar la explotación, persecución, degradación y exterminio que sufrieron las comunidades desde la conquista misma hasta la independencia; en el siglo XIX con Julio Argentino Roca y otros y también en el XX, bastante después de la consolidación nacional (ejemplos: la masacre de los Pilagá en 1919 y la de los Qom-tobas en 1924, en el Chaco, o en la mano de obra cuasi esclava de los ingenios azucareros de Jujuy y Salta, antes del Estatuto del Peón).

Se trata de un tema de sentido común al cual se refirieron favorablemente en los últimos años escritores, sociólogos, historiadores y hasta poetas, actores y músicos como Osvaldo Bayer, Rodolfo Kush, Eduardo Galeano, Juan Gelman, Horacio González, Felipe Pigna, Isabel Rauber, Rubén Dri, Norberto Galasso, Marcelo Valco, Horacio Vertbisky, Carlos Girotti, Andrés Zerneri, León Gieco, Víctor Heredia, Peteco Carabajal, Lola Berthet; Adriana Varela; Florencia Peña; Raúl Porcheto; Pedro Aznar; Pepe Soriano; Lito Cruz; Antonio Birabent; Ana Maria Piccio; Nicolás Pauls; Sandra Russo; Orlando Barone, etc. para citar algunos pocos de ellos. *

La reparación histórica es una deuda lacerante e irresuelta que sobrenada el subconsciente colectivo del pueblo argentino. De tal forma, la puesta en primer plano de la problemática surgida a partir de la histórica marcha de los pueblos originarios dentro del marco del Bicentenario, no solo plantea al estado un problema social, sino un problema político y existencial de primera importancia. Estamos en presencia entonces de una de las últimas grandes deudas de la nación argentina que exige ser considerada y resuelta sin demora y a fondo.


Escribe Raúl Noro
Extracto de : Agencias de Noticias Nexo

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